Este mundo tan repleto de codicia,
tan obeso de pecado y vanidad,
ha posado entre mis huesos la inmundicia,
ha vejado mis residuos de bondad.
Toda peste que aborrezco está en mi pecho,
los despojos del infierno en mis entrañas;
tan talado, tan molido, tan maltrecho,
vivo al filo de mentiras y pastrañas.
El abrigo del realismo está muy guango,
los vestidos de cordura están de moda;
al desnudo no soy más que broza y fango,
pero el mundo me censura y se acomoda.
Al mirarme, los insectos se acongojan;
a mi paso, hasta las ratas huyen lejos,
los humanos su desprecio vil me arrojan
y los perros se contraen en sus pellejos.
No vislumbro ni una pizca de ternura
en los ojos impiadosos de la gente.
Por las noches, busco a dios en la basura
pero al alba encuentro al diablo en mi inconsciente.
Mil abrojos cubren mi alma de zozobra,
vago triste por pantanos de dolor;
a los hombres mi existencia les estorba,
las mujeres no me brindan ni un amor.
Un puñado de inclementes maldiciones,
los escombros de una vida sin sentido,
soy las dudas, las afrentas y aflicciones;
sólo escucha mis plegarias el olvido.
Un cruel virus he forjado cual presagio,
infectado está mi cuerpo de blasfemia.
En mis versos dejo el riesgo de contagio:
propagar en cada mente la epidemia.
Escrito por Iván Mimila y Luis Efrén Escorza Rosas
26 Oct
Escrito por Erasmo W. Neumann
18 Jul
Escrito por Editorial Elementum
12 Jun
Escrito por Alessandra Grácio
14 Sep